martes, 14 de septiembre de 2010

Adicta reincidente

Alguna vez me juré no alejarte de mí, pero sí evitar que tocases mi presente con tus alas de futuro. Y creía que lo había logrado, ¡malditas ilusiones diseñadas para tirar el espíritu! No me di cuenta, en mi insulsa puerilidad, que jamás te pude desprender. Soy una adicta a ti, a tus efímeras muestras de afecto y a tu cálida frialdad.

El que dijo que los drogadictos se curaban y podían hacer una vida normal seguramente no había probado la marihuana en su vida, ni tampoco se había enamorado con más pasión que la que sientes por una cuchara de té. Si lo hubiese hecho, se habría dado cuenta cuán torpes eran sus palabras: Quienes somos adictos a alguien no podemos sencillamente sentirnos mejor y actuar como rehabilitados sociales; siempre tendremos en la mente y en el corazón a aquel que nos dejó marcados con un acero al rojo vivo.

Y, yo estoy marcada con tu nombre, con tus ideas, con las horas en que platicábamos pese a ser víctimas del sueño. Pensé, insulsamente, que me podía recuperar de ti, hacerte a un lado y vivir el presente de la mejor manera que puedo mientras sueño con el futuro... pero todo indica que me equivoqué en este plano de vuelo y que voy cayendo en picada hacia ti otra vez.